
Tengo tanto sueño y estoy tan espeso que será mejor que alguien me explique quien demonios es este robot y qué hace aquí comentándome cosas sobre la belleza de los arroyos y pidiéndome amablemente que le diga la hora.
Todo el mundo sabe que las urracas atesoran todo tipo de objetos brillantes y los guardan en sus nidos.
Bien.
Todo el mundo sabe que los dragones atesoran todo tipo de objetos brillantes y los guardan en sus guaridas.
Aquella urraca se lamentaba…realmente no tenía un motivo especial para hacerlo, era afortunada, tenía valiosas baratijas en su nido, incluso sus plumas negras y blancas brillaban al sol. No envidiaba a los dragones y le parecía gracioso aquel símil con el tema de los tesoros.
Pero había leído que el título era “El lamento de la urraca” y ella era una urraca que sabía comportarse. Así que se subió a aquella rama y con una amplia sonrisa de felicidad en su pico (si es que un apéndice de hueso puede sonreír) se puso a lamentarse con total diligencia.
La verdad que con urracas tan competentes da gusto trabajar.